Post originalmente publicado en amandome.org
Photo by Nathan Dumlao on Unsplash
¿Qué se piensa cuando se está esperando un veredicto sobre qué tan mal (o no) está nuestra salud?
Ese viernes 3 de diciembre me sometí a los exámenes necesarios para detectar presencia de células anómalas en el resto de mi cuerpo, una vez que se comprobó que mi lunar-mancha se había malignizado.
Mientras pasaban las horas, y yo me movía como en una especie de bruma, mi mente apenas se atrevió a considerar que algo pudiera estar mal en el resto de mi cuerpo. No me atrevía a pensarlo. Recuerdo haberme visto al espejo antes de salir ese día hacia el hospital y yo misma suprimir lo que se veía que sería una catarata desbordada y decirme: “todo está bien, todo es como tiene que ser”.
Se lo debía a mi mamá, quien estaba poniendo lo mejor de sí misma como para que yo me quebarara en ese momento.
Al final del día, ya de noche, la última cita era con el cirujano -oncólogo que nos recomendaron para evaluar qué debía hacerse. Mientras esperábamos en la sala a ser atendidas, la dermatóloga, cuyo esposo es radiólogo, ya nos tenía noticias de los resultados porque ellos podían ingresar al sistema antes. El teléfono de mi mamá sonó…
“Todo está bien. Todo está limpio.”
…dijo apenas mi mami antes de soltarse a llorar allí en la sala de espera mientras yo la abrazaba y apenas podía emitir un “GRACIAS”.
Seguramente los otros pacientes asumieron que estaba recibiendo malas noticias, algo que no debe ser poco común en la sala de espera de un oncólogo.
A los minutos, entramos con el Dr. Herbert Castillo, otro de los guerreros de estos últimos días. De aquellos profesionales que exudan conocimiento, quien solo al verme a través del escritorio, apenas sentándonos, recitó el diagnóstico clínico tal cual si lo estuviera leyendo en el informe de la biopsia.
De allí en adelante, todo se enfocó en programar la cirugía: la que involucraría a un patólogo porque la prioridad, según nos explicó el doctor, era quitar el foco de lo maligno. Luego velar por dejar “funcional” el área (por la localización, tan cerca del ojo, es un área delicada) y lo último, el tema estético.
Dado que el doctor saldría de viaje, y que yo quería celebrar el fin de año “bien”, la fecha ganadora fue: 6 de enero. Día de Reyes.
Todo lo relacionoado a la cirugía será pretexto para otro post.